“La filosofía tiene el hábito de la incertidumbre, y el período que atravesamos es particularmente incierto”, afirma Marie Robert, profesora de filosofía y autora de Cómo salvar una mala racha. Ideas filosóficas para tranquilizarnos y desdramatizar (Ariel). Y continúa: “Ahora más que nunca la filosofía puede ayudarnos. La idea no es encontrar necesariamente una solución, sino sobre todo reflexionar, darse tiempo para examinar todo lo que nos pasa. La filosofía, además, conduce a la acción. La orienta, le da precisión, la matiza. Nos enseña, mediante la reflexión, a definir lo que es importante para nosotros. ¿Cuáles son nuestros valores? ¿Qué queremos? No podemos responder si no reflexionamos. Tomarse el tiempo para analizar, para ser curiosos, es aprender a ganar coherencia. ¡Y a dar un significado a la vida! Algo indispensable ahora que el mundo exterior parece caótico”.
Nerea Blanco, autora del brillante y atípico Filosofía entre
líneas (Grijalbo), un tratado a caballo entre el ensayo, la autobiografía y la
novela lleno de referencias musicales y cinematográficas, afirma en este
sentido: “Es curioso, porque ahora hablan mucho del síndrome de la cabaña y
creo que en cierto modo puede parecerse a algo que comento al inicio del libro.
¿Quién quiere enfrentarse de nuevo a una velocidad salvaje? ¿A problemas
constantes? ¿Al gran problema de cómo pagar las facturas? ¿A lidiar con
compañeros de trabajo que no soportamos? El mundo no era un lugar agradable
antes de que llegara el virus, y ahora es aún más desagradable. Porque ahora
parece que podemos hacerlo todo, pero a medias. Y sobre todo lo que más nos
gusta, que es estar con gente (somos animales sociales) es lo que menos podemos
hacer. Lo bonito que había ahí afuera… ahora no nos parece tan bonito”.
¿Y qué hay de los retos del nuevo escenario laboral? ¿Tienen
algo que decir los filósofos sobre los cambios que se están sucediendo con
tanta rapidez en este ámbito?
“A mí me encanta Bergson”, explica Marie Robert. “¡Es capaz
de subirte muchísimo la moral! No desprecia el trabajo duro, pero propone otra
visión acerca del esfuerzo. Para él, el trabajo, cuando es personal y tiene
sentido, es un medio para crearse a uno mismo, es decir, nos permite
experimentar el gozo de haber cumplido con una tarea, de haber puesto en el
mundo algo que no existía antes. ¿Existe una motivación mejor que la de ser
capaces de dibujar el mundo, de ser uno de sus actores? Necesitamos ser valientes,
¡merece la pena!”, asegura.
“Necesitamos empezar a tomar medidas cuanto antes para
regular esta nueva situación. No porque es lo que nos diría Marx, sino porque
esta parece la nueva era que nos espera y ya le estamos viendo las orejas al
lobo…. Se nos está pisando la vida privada y la laboral, y ya no somos solo
fuerza explotada, nuestro propio espacio es explotado”.
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